La ciudad de los gatos



La publicación de La Ciudad de los Gatos no es únicamente una buena noticia, representa además la prueba de como la poesía de vanguardia sigue avanzando y abriendo brechas, aunque sea en dirección distinta a la de la poesía oficial, al menos en esta España viejita y regañada.
Este sería el caso de La Ciudad de los gatos, primer poemario del joven Agustín Linuesa, decidido para la ocasión a autorizar su voz más terrible, en una Sagittas con la que lejos de replegarse en antiguas y obsoletas posturas incorpora otra valiosa pieza al rico aunque marginal panorama indie español.
La propuesta de Linuesa pasa por desmantelar el lenguaje, todo el fondo y toda la forma y dejar intacta, si acaso únicamente, la intensidad y originalidad de su voz poética. Ese afán deconstructivista no es nuevo, ni mucho menos, y nos remonta a Celán, tanto como a Vallejo aunque haya algo en su dicción y en su atrevimiento que escapa a esos y cualquier otro guiño estilístico para acabar cimentando algo totalmente novedoso.

Extracto del prólogo de Arturo Méndez Cons